EL DEBER DE DECIR (Miércoles 01-05-2013)
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La política, la Revolución,
tiene momentos muy gratos, uno de ellos haber asistido al mitin de Fidel
Castro en el Silencio en 1959, aquello marcó la vida de mucha gente entre
ellos los miembros de la Escuelita del Grano de Maíz. También tiene momentos
ingratos, como cuando el deber de decir lo malo se impone como una oscuridad
que reclama un grito. Veamos.
Esta Revolución
que amamos, a la que hemos dedicado más de medio siglo, esta esperanza que
nos regaló el Comandante ya en el ocaso de la vida de muchos, esta Revolución
va mal, y cuando esto sucede el monstruo fascista asoma en el horizonte cercano.
¿Por qué decimos,
sentimos, que vamos por un camino que conduce al fascismo y no al Socialismo?
Veamos.
Venimos de sufrir un
descalabro electoral, que es señal de que algo no funciona en la Revolución.
Un millón de votos drenados al fascismo es para prender las alarmas… Se
impone una revisión, un pensar qué pasó, y lo que se oye no son las alarmas
sino algo similar a la orquesta del Titanic.
Al contrario de
corregir, seguimos profundizando el camino errado. Las alianzas con los
capitalistas compiten con los llamados a los inversionistas que tienen
dólares en el extranjero, a todas luces mal habidos, trucada su obtención,
además de ser una grosería, es un torpedo directo a la línea de flotación de
la Revolución. Son factores creadores de conciencia egoísta, la misma que
empujó a un sector decisivo de la masa chavista a votar por el fascismo, ese
sector es una señal de la debilidad de la política que insistimos en aplicar.
En la Revolución
se impone la idea reformista que ha llevado a tantas revoluciones al fracaso:
la idea de que es posible convivir con el capitalismo. Aquí la llevamos al
absurdo de estimular la formación de ese capitalismo, lo engordamos con
dólares, y después le pedimos que venga a explotarnos con esos mismos dólares
robados. Más ingenuos no podíamos ser. Ese es el camino más corto para
entregar al Socialismo, al Plan de la Patria.
Queremos compensar la
formación de zonas capitalistas con zonas socialistas que nacen condenadas.
Es una imitación del desastre chino de "dos sistemas, un solo
país", que sólo ha servido para dar un vigoroso impulso al capitalismo
mundial, y sumir a aquel país en espantosa explotación y altos niveles de
agresión a la naturaleza.
Una Revolución toma el
poder principalmente para socializar sus ideas, sus valores, su ética. Ahora
bien, con un gobierno que estimula al capitalismo, incluso con el remoquete
de "productivo" (recordemos que la base de la producción
capitalista es la plusvalía, ese robo es su razón de ser), que estimula el
economicismo y los descarados estímulos materiales, con un gobierno así, la
zona socialista, que es ante todo una operación política, de conciencia, se
enfrentará necesariamente y más allá de su voluntad a ese gobierno, o se
transformará en sarcasmo.
¡Criticar es amar!
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